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199705
Mayo 1997
Colosenses 3.12-15
En la primera mitad del siglo VI, Doroteo de Gaza, muy joven, se hizo monje en Palestina; después, fundó un monasterio. Así hablaba a sus hermanos comentando el texto de San Pablo a los colosenses:
"Que cada uno trabaje por el bien de todos segùn sus posibilidades. Estad siempre dispuestos a ayudaros los unos a los otros: instruyendo y sembrando la palabra de Dios en el corazón de vuestro hermano, consolándole en tiempo de prueba, prestándole ayuda en su trabajo. En una palabra, ocupaos, cada uno segùn sus posibilidades, de estar unidos los unos a los otros. Pues, cuanto más unidos estamos al prójimo, más nos unimos a Dios.
A vosotros que comprendéis el sentido de estas palabras, quisiera daros una imagen procedente de los Padres: imaginad un círculo trazado en la tierra con un compás y un centro. Precisamente se llama "centro" al punto medio del círculo. Escuchad lo que os voy a decir: suponed que este círculo es el mundo y el centro Dios; los radios son las diferentes maneras de vivir que tienen las personas. Cuando los santos quieren acercarse a Dios, caminan hacia el medio del círculo y en la medida en que penetran en el interior se acercan los unos de los otros al mismo tiempo que a Dios. Cuanto más se acercan a Dios, más se acercan los unos de los otros; y cuando más se acercan los unos de los otros, más se acercan a Dios."
¿La imagen utilizada por Doroteo de Gaza evoca en mí una experiencia personal?
¿Cómo relaciono el amor de Dios con el amor a los demás?
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